lunes, 15 de agosto de 2011

Una novela escrita con la punta de la chota. Capítulo Ocho.

Una vez a Juan le pasó una cosa, digo como para no perder el hilo de la narración (recuerden que Juan es el protagonista de esta novela que es una novela escrita con la punta de la chota). Iba viajando en un micro de larga distancia hacia la ciudad de La Plata cuando le pasó esto que les digo que le pasó a Juan. Estaba dormido y empezó a sentir que el muchacho del asiento contiguo le rozaba la pierna con la mano. Lo miró y él también estaba dormido, o simulaba estarlo, así que Juan volvió a dormirse. En ese dormir y despertarse constante típico de un viaje en micro, Juan iba sintiendo que la mano de su acompañante avanzaba cada vez más ganando terreno sobre su muslo, primero, y su vientre, luego. Cuando ya no podían quedarle dudas de que aquello era intencionado, una serie de movimientos planeados, una estrategia ya llevada a cabo con anterioridad, ensayada y perfeccionada, Juan tomo el sweater de su acompañante (que estaba sobre sus piernas) y lo extendió sobre su regazo ocultando la mano inquieta del muchacho y también su sexo, que, al igual que él, comenzaba a despertarse o, más bien, estaba ya, como quien dice, un tanto, digamos, encomiado, por decirlo de alguna manera elegante que no escandalice a las viejas que leen esta novela mientras esperan en la peluquería que son de escandalizarse con facilidad ante expresiones como poronga enmierdada pero se le humedecen todas las arrugas de la argolla cuando escuchan la palabra encomiado porque se hacen las abuelas virginales aunque lo único que quieren es un buen encomiado que les pivotee la cajeta bien pivoteada. Oh yeah!

2 comentarios:

  1. Atilísimo: esperado capítulo ocho, derrocha en sucesos sucesivos que no sucedieron en las sucesivas entregas anteriores. Gracias por liberar a Juan a sus andanzas.
    Un comentario al pasar: en mi diccionario RAE, encomiar es "alabar con encarecimiento a alguien o algo". Al menos que, por error, sea en realidad "a lavar con encarecimiento algo de alguien" con lo cual ya se entiende, lo de encomiado, y la sugerencia de la humedad latente que la situación amerita.
    Esperamos encomiados la próxima entrega, con la toalla a mano

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  2. Creo que el término "gomoso" garpa y mucho. Sobre todo para las viejas que se escandalizan, ya que lo pueden llegar a verlo como algo simpático, para nada erecto y, sobre todo, como algo inofensivo.

    Aunque a veces una buena poronga bien agarrotada no les vendría para nada mal.

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