Querida Loca:
Ay, loca! Qué
recuerdos aquellos! Parece que fuera ayer! Pero no fue ayer, ya han pasado más
de cinco décadas y nuestras vidas han cambiado. Te quiero pedir que no vuelvas
a escribirnos a Teta y a mí, porque lo que alguna vez fue una amistad entre
nosotras, entre Teta Custarota y yo, hoy no es más que una sombra oscura. Sus repliegues
espirituales, la promiscuidad de su pollera, su continuo abaratarse, sus
embustes, sus escrutaciones incesantes, su mirada caracoleante y su sonrisa
seráfica ya no gozan con mi amistad desinteresada y espontánea. Mi talle,
otrora escueto, no es más que un anchor que no deja de desafiar las leyes de la
física, y ella no ha hecho más que ignorarme, como si no me conociera, como si
yo no le hubiera dado todos mis ahorros para su liposucción. Y ahora me siento
ubicua ¡ay, cuán ubicua me siento! ¡ay! En este estío no reconozco más que mi
propio hastío respecto a mí misma, o en cuanto a mí, de mí misma, en tanto yo.
¡cuántas veces le he cambiado los pañales enchastrados de diarrea! ¡cuántas
veces ha acudido a mí en espera de respuesta tomándome por un botón de pánico!
Ni en los frontispicios de mi imaginación sospeché alguna vez tal desidia, esa
actitud enjuta, censuradora. Parece que fuera ayer cuando con tu semblanza
medrosa te acercaste a mí en aquel albor de luz mortecina para decirme que mi
pantalón blanco metido en la argolla estaba manchada por detrás con pálida
diarrea enjuta. Nunca olvidaré ese gesto, Loca, que me salvó de caer nuevamente
en la desazón del pantalón cagado Yo no me olvido de las personas que me han
ayudado. Yo no. ¿no sé si soy clara, Loca?
Tuya,
ácrata y enjuta,
Poronga G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Recortar en la línea de puntos
..................................