jueves, 22 de septiembre de 2011

-novela (e)pistola(r)- capítulo cuatro.


Querida Loca:

Ay, loca! Qué recuerdos aquellos! Parece que fuera ayer! Pero no fue ayer, ya han pasado más de cinco décadas y nuestras vidas han cambiado. Te quiero pedir que no vuelvas a escribirnos a Teta y a mí, porque lo que alguna vez fue una amistad entre nosotras, entre Teta Custarota y yo, hoy no es más que una sombra oscura. Sus repliegues espirituales, la promiscuidad de su pollera, su continuo abaratarse, sus embustes, sus escrutaciones incesantes, su mirada caracoleante y su sonrisa seráfica ya no gozan con mi amistad desinteresada y espontánea. Mi talle, otrora escueto, no es más que un anchor que no deja de desafiar las leyes de la física, y ella no ha hecho más que ignorarme, como si no me conociera, como si yo no le hubiera dado todos mis ahorros para su liposucción. Y ahora me siento ubicua ¡ay, cuán ubicua me siento! ¡ay! En este estío no reconozco más que mi propio hastío respecto a mí misma, o en cuanto a mí, de mí misma, en tanto yo. ¡cuántas veces le he cambiado los pañales enchastrados de diarrea! ¡cuántas veces ha acudido a mí en espera de respuesta tomándome por un botón de pánico! Ni en los frontispicios de mi imaginación sospeché alguna vez tal desidia, esa actitud enjuta, censuradora. Parece que fuera ayer cuando con tu semblanza medrosa te acercaste a mí en aquel albor de luz mortecina para decirme que mi pantalón blanco metido en la argolla estaba manchada por detrás con pálida diarrea enjuta. Nunca olvidaré ese gesto, Loca, que me salvó de caer nuevamente en la desazón del pantalón cagado Yo no me olvido de las personas que me han ayudado. Yo no. ¿no sé si soy clara, Loca?

Tuya,
ácrata y enjuta,
Poronga G. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Recortar en la línea de puntos
..................................