La verdad, señor censista, es que no sé qué contestarle. Hoy no tengo un buen día, señor censista. Me levanté temprano y no pude despertarme, seguí durmiendo despierto. Ya no sé si vivo solo o vivo con alguien, no sé si estudio o trabajo, si tengo agua potable o cocino con electricidad. No sé, señor censista, no me haga tantas preguntas que me abruma. No sé en qué año estoy, no sabría decirle, porque quedan finales por rendir y la verdad, le confieso señor censista, no sé si quiero recibirme, creo que no quiero estudiar más. Es que mi vida está en una crisis que incluye todo, dudo de todo y todo lo que antes eran certidumbres ahora son acasos, son dudas, signos de interrogación. Ya no puedo afirmar nada con certeza, señor censista, y usted me viene a preguntar si alquilo o soy propietario, si mi piso es de cerámico, si vivo solo o tengo baño compartido. No sé, señor censista, la verdad es que no puedo contestarle ahora. Quizá deba venir otro día y me encuentre con mis cosas un poco más resueltas. Piénselo.
Espere, no se vaya, señor censista, no me contó nada de usted, necesito conocerlo un poco mejor para poder responderle. Espere.
Espere, no se vaya, señor censista, no me contó nada de usted, necesito conocerlo un poco mejor para poder responderle. Espere.
buenísimo. y así fue. estamos tan solos. la viuda hablando de lo bueno que era su marido. la mujer que no ve a su pareja porque él trabaja demasiado. el hombre que quería que figurar que él era abogado. la que justifiacaba por qué, todavía, mantenía a su hijo de cuarenta. un censo, una estadística, una intromisión en la soledad de otros... si con la planilla viniera también un abrazo...
ResponderEliminar