martes, 3 de noviembre de 2009

Nota Al pie. Por Atilio.

Hace un tiempo quise escribir una nota en la que comparaba x-files con House MD y quedó sólo en una anotación. Cuando volví a lo anotado, ya me resultaba indescifrable. Sin embargo, recientemente Gladyc, siempre preocupada por la función de la crítica y el futuro de las ballenas, me acercó un texto sobre crítica de cine en el que, al pasar, se realizaba el siguiente comentario: “Sigo considerando cierto episodio de Los expedientes X –acerca del descubrimiento de cadáveres alienígenas en un laboratorio experimental abandonado- como la más grande e interesante contribución de la cultura popular a la reflexión artística e intelectual sobre el Holocausto” (1)
Lejos de llegar a dilucidar lo que quise anotar en aquel viejo palimpsesto sobre x-files y House MD, se me presentó (atosigado por los incansables latigazos de Gladyc) una duda visceral: ¿En qué carajo estaba pensando cuando leí El Técnico de Sonido de Marcel Beyer que no se me pasó por la cabeza x-files? Lejos de carcomerme los sesos con esta pregunta, seguí inquiriéndome: ¿Qué carajo tienen que ver x-files con House MD? Y, cual Bernhard Schlink, no pude parar de hacerme preguntas: ¿Y qué carajo pasa con Lost, por ejemplo? ¿Y con Twin Peaks? ¿Qué incidencia tienen en nuestra vida las suposiciones que estas series presentan? ¿Qué carajo me importa a mí todo esto? ¿En qué me involucra? ¿Qué extraña obsesión tengo con la palabra “carajo”? ¿Por qué carajo me hago todas estas preguntas cuando debería estar estudiando para rendir los interminables parciales del interminable segundo cuatrimestre? ¿Por qué justo cuando quiero escribir esto deja de andar la tecla “i” de mi teclado que ya se retobaba al querer tipear la “e”? ¿Qué tene que ver esto últmo con conspraciones gubernamentales tales, con extraterrestres y con expermentos hitlerianos?
La mayoría de estas preguntas no pueden ser resueltas por mi escaso entendimiento. Sin embargo, voy a hacer un esfuerzo, no voy a dejar de ntentarlo porque lo mprtante es ntentar y lo últmo que se perde es la esperanza del jarrón de Pandora y zaraza. Ahí va: En x-files, el horror tiene una dimensión universal. La humanidad toda es víctima de sangrientos experimentos secretos llevados a cabo por gobiernos norteamericanos secretos y extraterrestres hitlerianos secretos. Conspiraciones burocráticas kafkianas embarazan gente con genes extraterrestres, insertan líquidos putrefactos en prisioneros de guerra pa ver qué pasa y salvarse a sí mismos del inminente fin del mundo que, como bien saben los mayas y la Agus, acaecerá en 2012. Twin Peaks, en cambio, es una trascendente visión del bien y el mal radicales, arraigados en la naturaleza que circunda con la civilización, como en la columna de Manuel Vicent “Conciencia” del 29/11/1992 (2), en la que, puesto que “la humanidad es una gravísima enfermedad del planeta”, es necesario un “virus heroico” que se enfrente “él solo contra toda la raza humana”.
(me cansé, esto de que este teclado no me acepta la “i” y se pone difícil con la “e” me tiene harto. No quiero escribir más pero ahí viene Gladyc y me aplica su severa disciplina a cintazo liso y llano y no me queda otra que escribir. Sigue así) En Lost, en cambio, los hechos que ocurren se circunscriben a un lugar determinado (isla) y fundamentalmente a un número determinado de personas (los protagonistas que van sobreviviendo a las sucesivas matanzas pertrechadas por los sangrientos guionistas en vistas a la captura cívica de la audiencia). El interés de Lost es más del orden de lo narrativo. En House MD, finalmente, la paranoia es de un orden muy distinto a la de x-files. Nos contagiamos las enfermedades de los casos de House y sabemos que los médicos son todos unos giles que diagnostican cualquier cosa y sólo un médico es capaz de diagnosticarte heroicamente la posta y curarte, pero ese médico es ficcional. No hay salida posible.
A la final, Gladyc tiene razón: la realidad es una ilusión, como la letra “i” de mi teclado.
(y así termino esta nota al pie, escrita en su totalidad a punta de pistola, cagado hasta las patas y con la certeza de estar hablando huevadas)

Nota de la ed.: Para mayor inteligibilidad (sobretodo de la palabra “inteligibilidad”) repusimos las letras “i” del texto (y en ocasiones la letra “e”) mediante el sistema de “Ctrl.+C” y “Ctrl.+V” (Copiar y Pegar, respectivamente). Por otro lado, es menester aclarar que las denuncias esgrimidas por el autor son absolutamente falsas ya que carecen de pruebas. Je!

Notas:
(1)Martin, Adrian. “El crítico ofendido. La crítica de cine como comentario social” en Senses of Cinema 2000. (trad.de Diego Brodersen en EA 114)
(2) Publicada en Vicent, M. (1993) A favor del placer. Cuaderno de bitácora para náufragos de hoy. pp. 11-12.

1 comentario:

  1. No está muerto quien postea, qué alegría.
    Cuando veo House lo que me hace acordar patente patente a X-files es el principio. La secuencia inicial hasta los títulos: la música, el lugar donde se pone la cámara y el argumento, obviously, que intenta sacarle un interrogante al espectador (una intriga bah): ¿Qué chota pasó? ¿Por qué se puso a babear el pelotudo ese que estaba jugando al cricket?, etc..
    Igualiiiiito igualito a X-files.
    A nivel global se asemejan en la repetición de estructuras capítulo por capítulo, siempre pasa lo mismo, mientras que de fondo lo que el espectador espera es ver algún desenlace que descomprima la tensión de las relaciones entre los personajes. Una tensión fojada por el hecho de que, grosso modo fierita, no pasa naranja.

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