sábado, 22 de agosto de 2009

Cromañón.

“194 muertos y ningún preso” titularon algunos medios, cuyos periodistas concluyeron “no hay justicia”, confundiendo efectivamente justicia con venganza. Parece que a cierto número de muertos, debe haber un cierto número de presos para expiar el dolor.
Recuerdo que en Chacabuco (como creo que en todos lados), cuando pasó lo de Cromañón, cerraron todos los boliches porque no cumplían con las normas de seguridad. Sin embargo esos boliches estaban habilitados y las leyes no habían cambiado. Con las mismas leyes de seguridad primero te habilitan y después te clausuran. Te cobran sus buenos mangos para la habilitación, todo legal. Después te clausuran, quizá la misma gente que te habilitó. Es una estafa, no te devuelven la plata de la habilitación. Es injusticia, no tienen responsabilidad quines están a cargo de la seguridad, quienes te firman el papelito de la habilitación. Nos manejamos así, con papelitos. Y eso sale plata.
Yo de una banda de música, espero música, no quiero que me cuide Charly García. De la gente que se encarga de la seguridad espero seguridad, ministros, secretarios, los que firman el papelito, cargos varios. Quienes cobran su sueldo por velar por la seguridad te habilitan y te clausuran con el local en las mismas condiciones y las mismas leyes.
Nos horrorizamos con especial dramatismo porque Callejeros sigue tocando. Son músicos, hacen eso, viven de eso, son eso. Miramos con serenidad el discurso del candidato a senador o a algo, Ibarra ¡Pobrecito! ¿Qué culpa tiene?
Los padres de los muertos en Cromañón no son los muertos en Cromañón. El dolor es sólo eso, dolor, no legitima nada. Si tenemos una aptitud abierta ante la vida, aprendemos hasta del dolor más nimio, la ruptura de una pareja, el aplazo en un examen. Si somos necios, no aprendemos nunca nada, nos pase lo que nos pase.
Y no aprendimos nada, nos morimos de vuelta en cualquier momento. Estudiamos en una facultad sin matafuegos, sin salidas de emergencia, con cables pelados en todos lados, ascensores dignos de películas de terror, que se te abren en cualquier lado, superpoblada hasta las bolas. Por decir algo.
¿Cuántos padres respetan a sus hijos, entienden a sus hijos, hablan con sus hijos? Los chicos muertos no son sus padres. Estamos cansados de escuchar esa voz adulta que dice que los adolescentes están en cualquiera. Esa voz adulta que ahora pide por hijos muertos. De estar vivos los pibes, los padres se molestarían. Los hijos muertos, fanáticos de la banda, de una cultura (o sub, como quieran), del rock, la música, en búsqueda desesperada de una identidad en un mundo sin esperanzas, de una voz que diga (o que haga sentir) otra cosa que lo que repiten hasta el hartazgo las viejas malcogidas, qué tienen que ver con padres que piden la cabeza de la banda, con Jorge Rial. Los padres no pueden hablar (pedir) en nombre de sus hijos, quienes seguramente pensaban (y vivían) distinto que ellos.
Una comunidad que se relaciona con rituales de camaradería, eso son los fanáticos del rock. No hay nada más peligroso que un recital de Luis Miguel y sus fanáticas histéricas. Los recitales de rock, en cambio, son ejemplo de confraternidad. En sus pogos asfixiantes he visto a roperos que meten miedo hacer lugar para ayudar a levantarse al que se cae.
Salgamos un rato del auto de vidrios polarizados de Moria Casán.
Hoy voy a escuchar un disco de Callejeros, y ese es mi homenaje a esos chicos que deberían ser héroes si nosotros fuésemos una sociedad que aprende de sus errores.

3 comentarios:

  1. Siempre linda tu voz, diferente.
    No acuerdo en una cosa: la camaradería. No vivimos en sociedades basadas en la camaradería sino en otros valores. Tanto en los recitales como en otras instancias de sociabilización no veo que la camaradería prevalezca (lo del grupo que hace una barrera para evitar que el que cayó muera aplastado en el pogo es la excepción en los recitales, no la regla).
    Yo más bien veo la onda: hago lo que quiero con mi libertad individual y si hiero a los demás, me chupa un huevo. Soy intendente y me chupa un huevo, soy dueño de un boliche y me chupa un huevo si el lugar es seguro o no, soy un músico y me chupa un huevo si le llega a pasar algo al público, yo soy yo y soy libre y si quiero prender una bengala, la prendo, no mido los posibles efectos sobre los otros. Defiendo la cultura del rock más que cualquier otra, pero no está al margen del resto de la sociedad.
    Eso es lo que veo y también veo que las víctimas a veces pretenden tener una impunidad absoluta y derecho a todo porque: "a mí me paso esto, que es terrible, y tengo derecho a exigir cualquier idea q se me cruza por la cabeza."
    Vos hacés una comparación con los desaparecidos, que es válida en los aspectos que comparás. A mí se me ocurre también que son casos opuestos si uno piensa en nombre de qué esgrimía su libertad individual esa generación. También es un caso opuesto al de Cromagnón si pienso en la actitud de los padres.
    Me pregunto cuál habría sido el nombre de los condenados a 20 años si Chabán, el manager y demás sentenciados morían ahí. ¿A quiénes les hubieran cortado al cabeza? porque sangre hubiera corrido seguro: el pueblo bajó el pulgar, quiere ver el happy-end de la película, donde los malos tienen cara (y cara triste cuando se los llevan en el patrullero).

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  2. Anita:
    Fue una nota en caliente. Movido por la necesidad de estar siempre en contra de todo y por la indignación (como tantas veces) ante la cobertura de los medios de comunicación.
    También la banda esgrime argumentos como “a nosotros también se nos murieron familiares y amigos”, como posicionándose en un lugar de víctimas que los exima de responsabilidad. Eso es sospechoso. Una cosa no quita la otra.
    Pero Cromañón no alcanzó la dimensión que debería. Se busca arduamente al que prendió la bengala. No cualquier bengala. De las veintenas de bengalas que se habrán prendido esa noche, debemos poner toda nuestra tecnología al servicio de averiguar cuál fue la incendió el lugar. Lo que condenamos, en definitiva, no es la responsabilidad, sino la coyuntura, la casualidad. A la final este Sófocles tenía razón, la culpa de todo la tiene la puta coyuntura.
    Por otro lado, no comparo la actitud de los padres de Cromañón con la de las madres y abuelas de Plaza de Mayo. Lo que digo es que la causa que defienden las abuelas no es la causa de los desaparecidos, es otra. Eso nada más. Alguna vez vi un documental con testimonios de abuelas y algunas de ellas tenían un discurso tan facho como el de los milicos, acorde a los leitmotiv de moda en aquella época, el “no te metás”, el “algo habrán hecho”. Los leitmotiv de hoy giran en torno a una idea fosilizada de memoria (casi significante sin significado). El recuerdo de los desaparecidos se remite a unas fotografías colgadas en algún lado como museo. No sabemos qué pensaban, qué leían, en qué creían, por qué causa murieron (al menos yo no lo sé). No creo que todo haya sido cosa de algún loco borracho que se le ocurrió matar gente. Fue un plan muy bien pensado y efectuado. Borraron a toda una generación junto con sus creencias, sus pensamientos, etc. Hoy se ven las consecuencias de ese plan perfectamente llevado a cabo. Seguimos siendo una generación huérfana, si la memoria es una foto colgada.
    Coincido con tu idea de sociedad basada en la “onda”, en hacer lo que se canta la gana. En mi primer recital después de Cromañón escuche decir: “Se extrañan las bengalas”. Es sólo que respeto y me identifico con otros valores de cierta (y enfatizo “cierta”) cultura rockera. Todo se relaciona y una generación huérfana tiene que empezar de nuevo todo de cero. Y la camaradería es un buen inicio, capaz. Probablemente me equivoque.
    Recién vengo de cursar en el tercer subsuelo de la facultad. Cualquier chispita en ese lugar y morimos todos. Y somos todos responsables por cursar en el subsuelo. Sólo hace falta la coyuntura de un accidente para darnos cuenta. Éste puto Sófocles siempre tiene razón, cuando nos damos cuenta de las cosas ya es demasiado tarde. Pero no somos héroes, no nos sacamos los ojos, buscamos sangre ajena para expurgar nuestras propias culpas y no hacernos cargo de nuestras responsabilidades.
    Tu voz siempre es linda, atenta. Me anima a seguir. Busquemos la impertinencia que nos saque de nuestras posiciones tomadas, que nos obligue a repensar. Agradecido, muy.

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  3. Atilino menendez y pelayo te me pusiste cierto, casi conmovedor. No capto la defensa de la cultura del rock, si es que existe tal cosa. Si entiendo que cada cual tiene su responsabilidad, y se olvida de la misma cuando le toca sufrir algo, se olvida de todo lo que hizo o continua haciendo. Si en esta sociedad somos, como se dice, individualistas, deberiamos hacernos cargo de lo mismo, y quedarnos callados ante la tragedia individual, o bien, y esto cuesta mas, cambiar el total estado de las cosas. en este pais cada cual se enoja cuando lo tocan, quizas en un mundo ideal nadie deberia tocar a nadie, pero es una cuestion asi, eventualmente algunos se hacen, se "solidarizan", abanderados de las cuasas promovidas por andino o majul, de las cuales, raudamente se olvidan. Yo creo que el dolor es respetable, pero el dolor sobrevaluado por los medios, con vehemente indignacion, no genera jueces, economistas, arquitectos, expertos en seguridad. Bloomberg perdio un hijo, no hay que votarlo para presidente. Las madres, perdieron hijos, no pueden opinar sobre el conflicto con el campo porque les erige un momumento el gobierno de turno. Los padres de cromagnon son eso, son padres, que sbaian o no en que andaban sus hijos. A veces cuando veia lamentos sobre una mujer embarazada en el recital a puertas cerradas de una banda de rock un dia de diciembre, de 30 grados, no podia evitar preguntarme, que hacia ahi en todo caso. puede parecer cruel, porque todos somos en muchos puntos, inconscientes, y es el tema de la coyuntura, exactamente, es la coyuntura en la que suceden las cosas. Y no aprendimos de las cosas, las claras fallas a nivel de control y la corrupcion latente, siguen, seguiran igual, y eran claro, iguales, antes de cromagnon.
    quedara un lindo motivo para hacer un minuto de silencio, programas documentales conducidos por soledad silveira, remeras y notas conmemorativas, donde se diga que terrible el pasado, del cual estamos eximidos, porque el dia de los medios, y el nuestro, es hoy.

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