jueves, 18 de agosto de 2016

Prestame atención y acordate de Austin

Si considerás que tenemos que hablar, papi, dedicale unos ratitos a la charla por lo menos. Porque  si pensás que en cinco minutos ya hablamos los temas importantes, entonces yo necesito más tiempo, a no ser que pienses hablar vos solo, entonces decime “tengo que hablarte” o “tengo que hablar” o, mejor, “tengo que monologar” o “tengo que monologarte”. No te olvides de Austin, lo tuyo es un acto de habla perlocutivo. Y diferenciame, por favor, monólogo de diálogo, acordate que tenés un interlocutor que vendría a ser yo, tu enunciatario, y que tu perlocutivo me obliga a responderte, así que en cinco minutos no podemos hablar, sólo hablás vos. Acordate, por favor, que no sos un fluir de la conciencia, armame oraciones coherentes y cohesivas, si vas a decir cosas contradictorias usame bien los coordinantes adversativos, papi, pensá bien tus enunciados, no te olvides de tener en cuenta la situación comunicativa, el contexto, el cotexto, los presupuestos cognitivos, el enunciador y el enunciatario, que vendría a ser yo, a quien le estás hablando y por eso te estoy diciendo esto que es una respuesta perlocutiva. No sos un fluir de la conciencia, pensá que le estás hablando a alguien y que ese alguien soy yo que te voy a responder algo, por ejemplo, esto. Prestame atención. No sos un fluir de la conciencia. No estás haciendo un stand up de cinco minutos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Recortar en la línea de puntos
..................................