(c. octubre 2010)
Querido diario:
Querido diario:
Me
siento una nena de quince años enamoradiza dibujando corazones para después
escribir letritas adentro mandando cartitas haciéndome el disimulado poniéndome
tímido disimulando no mirar a los ojos sonrojarme desarmarme chocarme ahogarme
atragantarme agramaticalizándome escupiendo sangre susurrando tequieros a
nadie.
Querido
diario:
Me
vuelvo tonto e involuciono al mono que alguna vez fui, al mono que no dejé de
ser, aunque vestido de filólogo, disfrazado. Soy un mono psicoanalizado que
todavía confunde amor con placer, placer con deseo, deseo con necesidad de protección,
necesidad con ganas, ganas con aburrimiento, aburrimiento con amor, amor con
deseo, con placer, con ganas, con necesidad, con amor. Soy un mono que piensa
mucho para ser un mono, que no para de pensar, de enroscarse, de desenroscarse
y enroscarse de nuevo. Un mono artificial, antinatural, artificioso,
antinaturoso. Un mono que quiere rascarse la cabeza, olerse el sobaco y meterse
un dedo en el ano. Un mono que está cansado de pensar, que está cansado de las
anáforas y está cansado de la tercera persona gramatical, quiere ser primera
pero no puede. Los monos no tienen alas y están condenados a evolucionar. O tal
vez, si tenemos suerte, no tanto.
Querido
diario:
Hoy
estoy confundido: ¿No se supone que debo anotar las fechas en las que escribo
esto para que se entienda el ‘hoy’ anterior? Soy tan desordenado y tengo una
letra tan de mierda que no entiendo lo que pienso, que no leo lo que oigo, que
no escribo lo que escribo y me como la señal de tránsito por chicato y me
estrello a toda velocidad contra una pared imaginaria.
Querido
diario:
Hoy
es un día par de un mes que cae en el nudillo del dedo de algún año que no es
bisiesto porque si no me hubiera enterado. Tengo una mañana que me desarma ni
bien el primer café y debo esperar hasta la noche para volver a armarme y
ponerme mi armadura de cartón corrugado. Soy un poco hinchapelotas cuando estoy
enamorado, pero nunca sé si estoy enamorado, así que no sé si soy hinchapelotas
o no. Tengo ganas de irme un rato de mí mismo, desparramar mis pedazos y no
poder armarme. Que me falte una pieza ¿esa pieza sos vos?
(c. octubre 2010)
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