lunes, 26 de marzo de 2012

Una novela escrita con la punta de la chota. Capítulo Nueve.


Me quise hacer el interesante y generar intriga y suspenso dejando a medio contar la historia que estaba contando en el capítulo anterior, pero me zarpé y pasaron más de siete meses y ahora ya nadie se acuerda de qué estaba hablando, ni le importa un carajo porque seguro endemientras se me pusieron a leer Basta de Miedos de Viviana Canosa. Eso me pasa por no leer el manual del buen novelista que estuve leyendo ahorita en estas vacaciones porque antes que nada eso soy yo, un buen novelista, pues, como sabrán, tuve que elegir entre hacer una carrera de peluquera exitosa o ser un novelisto argentino famoso.
Ahí en ese manual que les decía te explican que una buena novela te deja la intriga, ponele, de un viernes para un lunes y no más porque la gente te pierde el interés y se olvida. Entonces, el viernes, por ejemplo, tenemos a María que se está muriendo por los venenos de la Nana Calixta y Soraya está fingiendo un embarazo de Luis Fernando para que él se case con ella. Eso te deja re intrigado hasta el capítulo del lunes, en el que Soraya se cae de un edificio y muere y la Nana Calixta se fuga y deja de envenenar a María, quien se cura de su extraña enfermedad y Luis Fernando recién enviudado de Soraya se casa con María cuyo hijo ella abandona porque él piensa que ese hijo no es de él sino de su hermano Vladimir. Eso es una buena intriga. 
Y yo ahora tengo que retomar lo que estaba contando que lo había dejado ahí mismito justo con la mano en la poronga. Estábamos arriba de un micro, mejor dicho, estaba Juan que es nuestro protagonista y que no es un yo, sino una tercera persona que concuerda con Juan en número (que es singular porque Juan es uno) y en género (que no sabemos cuál es porque esta es una parte de la trama que todavía no decidimos en tanto autores de esta novela que es una novela escrita con la punta de la chota –a su vez, esta primera persona del plural que aquí veis constituye en efecto un plural mayestático porque en realidad nos referimos al Yo, quien, como afirmamos en otra oportunidad, no sabemos quién es Yo), arriba de un micro y el del asiento de al lado haciéndose el dormido comenzó a manotearle la bragueta con caricias disimuladas hasta lograr el encumbramiento de la poronga. Hasta ahí habíamos llegado porque tuvimos que parar (si me –o nos- permiten la palabra) porque se nos sonrojaban las viejas en las peluquerías. Cuestión que nunca terminamos de contar lo que pasaba. ¿No que no?

3 comentarios:

  1. cuando manda el corasonn siempre siempre manda el amooorrr!!!
    améee améeeeeeeee

    LO QUE NO ES PUEDE YEGAR A SER.

    ResponderEliminar
  2. ese hijo no es mío ese hijo es de mi hermano vladimir es un bastardo ¡un bastardo! voy a divorciarme de ti ¡a divorciarme! ¿No que no?

    ResponderEliminar

Recortar en la línea de puntos
..................................