lunes, 17 de enero de 2011

il ritorno in Chaca.


El viaje lo hice durmiendo, en ese estado en el que la cabeza se te cae y te despertás y te enderezás y te volvés a dormir y la cabeza cuelga muerta y los sueños de otros viajes me atormentan. Voy en un vagón de tren con gente de mi infancia, mis maestras de jardín, compañeros de la escuela que años que no veo, algún personaje de una serie de tv que vi hace tiempo y una persona que crucé una vez de la que no recuerdo la cara. Son todos extraños para mí. Su presencia me molesta, me incomoda y la cabeza cuelga, inactiva, no puedo abrir los ojos ni respirar. Quiero despertar porque me molesta la cabeza, siento que se me va a caer.
Despierto en Ch y tengo la sensación de estar durmiendo, soñando con un viaje que ya hice muchas veces. Me levanto automáticamente y huyo, con los brazos cansados de no poder ubicarse, las piernas rebeldes, la baba reseca en mi barba, saturado por la sensación de desacomodo y periplo seguido.
En casa me reciben los perros, aflora sentimiento con saltos y lengüetazos. Me pregunto por qué me reconocen, es mi olor tan característico para que festejen mi regreso, mi presencia? Siempre que parto, los perros se alborotan, cómo saben que tengo un pasaje de autobús en mi bolsillo, que la mochila colgada en un rincón implica mi partida inminente? El festejo termina enseguida y vuelven a su actitud habitual, inmovilidad y angustia seguida, mirada sebaldiana hacia el horizonte como recordando, pero es como si nunca me hubiera ido, se acostumbran a mi presencia.
Por la tarde la casa comienza a impacientarme, me asfixia y la escasa luz me produce un malestar acompañado de mareo y periplo seguido.
Salgo a caminar. Las calles de Ch me son extrañas, años de bienestar económico han producido la apertura de innumerables negocios, modernos, luminosos, fríos. Muy distinto al paisaje de mi infancia con sus mercados de barrio color sepia acogedores como las viejas que se sientan en el banco de su casa a investigar los movimientos del barrio. Donde estaba la casa abandonada de la otra cuadra, en la que yo, incansable, jugaba hasta oscurecer, suponiendo la presencia de fantasmas y espíritus varios, ahora hay un negocio de ropa con ofertas de prendas de la temporada anterior. Me aterra y tengo que cruzar la calle para evitarlo.
Y pienso en la Argentina como un lugar exótico con tiempo cíclico y sin raíces, en donde los inviernos fríos que recuerdo cedieron su lugar a un infatigable verano con vacacionistas a la deriva y patas de palo, tierras resecas con un hueco en el medio en el que me detengo a mirar el infinito sin estrellas y la vereda cósmica del sur hasta que caigo, indolente, en él. No quiero caer, me impaciento, sobresalto, me acongojo y me encojo de hombros, en un arrebato de desazón, de ahogo y periplo seguido.
Las calles de Ch siempre me parecieron carentes de personas, como desiertas, habitadas sólo por innumerables perros que inspeccionan cuidando su reinado, el gobierno de los perros en las calles. Las personas se ocultan en sus casas, a salvo de la supremacía perruna, guarecidos alrededor de noventa y ocho canales de televisión…
(28/05/2009)

2 comentarios:

  1. me gusta ete, uta, nadie lo comentó porq no dice doble penetración anal, fijate jejej todos chanchos son muah

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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