sábado, 20 de febrero de 2010

“Avatares del 3D”. Me la re jugué con el título.

Por Gladyc, la ecologista tecnológica.

En mis épocas no había anteojitos para el 3D pero siempre te podías drogar hasta las orejas y así, zarpado en ketamina, ibas al cine y te explotaban las bombas en la geta, se te caían los autos encima, y ¡ni te cuento ir a ver una porno!. Todo agigantado, todo exaltado, todo psicodélico. Claro que caminabas por la calle y te pasaba lo mismo y entonces estabas todo el día “Qué flash!”, “Uh! Qué loco!”, etc, como un pelotudo. Entonces el cine no era negocio porque podías flashear en la calle, en la vida misma, que ya venía de por sí en 3D. Ahora las cosas cambiaron y parece que este flaco Cameron revolucionó el cine, etc., etc. Y la crítica académica está como loca por esta película porque como ellos no pagan entrada a los cines y la droga está re cara (a pesar de lo que diga el INDEC, que a mí no me mientan)…

El asunto es que salí del cine mareado, como drogado, con dos marcas estigmatizadoras en la nariz por esos anteojitos que me hacían doler la cabeza como un hijoputa. Ya estoy grade para el 3D yo. Y la película es entretenida, sí, mejor de lo que esperaba, yo, que nunca imaginé poder soportar una película de dos horas y media. De hecho, nunca pude terminar de ver Titanic. Intenté unas cuantas veces y siempre me duermo a la mitad, siempre me duermo a la mitad, siempre me duermo. Me duermo con Titanic y la cancioncita cursi de la Celine Dion.
Y no mucho más que eso tengo para decir de Avatar. Esto es una crítica “tibia”, sí. Y dicen por ahí que Cameron reinventó el cine y, con el cine, reinventó, creó a un nuevo espectador de cine y así también debe crear un nuevo crítico de cine, caliente, que evite la tibieza crítica. La tibieza es caca, dicen los críticos. Pero otra cosa no puedo escribir de una película que me pareció tibia, de una película que se queda a mitad de camino en todo, de una película que una vez que atravesaste la puerta de salida del cine ya te la olvidás, ya no forma parte de vos, por más tresdé y presupuestazos y canadienses y seres satelitales azulados con puerto USB que tenga. Así que esto es una crítica “tibia”, como debe ser. Porque a mí me quieren hacer creer que el tresdé no sé qué y es una mierda, es un reciclaje para romper las bolas, es pura artimaña insulsa, es subirse a una montaña rusa y bajarse mareado, todo vomitado, es un vano artificio, es un afán caduco, es un engaño colorido, es un etc. Porque si la historia es una mierda y está mal contada porque se entretienen en el mensaje aleccionador grandilocuente. Justo Cameron que qué sabe de indígenas. Mi padre (a quien no le gustó The Beach con diCaprio) le puede gustar está película porque “deja un mensaje” o porque “dice cosas”. Estoy cansado de que me digan cosas ¿quién sos, Cameron, para decir cosas? Si la historia está mal contada y los personajes tresdéticos pero monolíticos no traspasan la pantalla en tanto personajes, sólo la imagen tresdética que te hace arder los ojos, que se te quedan rojos todo el rato. Sólo imagen, ilusión, cauteloso engaño. Ni siquiera la Emilia Attias azul esa que se conecta por el USB con las plantas, con los animales, con la Pachamama, conmueve un poquito. Nada, una mierda.
Y la crítica dice que Cameron crea todo un mundo imaginario y que imaginación y realidad no son antitéticas. Sin embargo aquí, la imaginación está subordinada a la realidad, es mera metáfora ecologista trillada con el agregado cibernético de los puertos USB que tienen estos bichos. Hoy que ya vienen los teclados y los mouses inalámbricos, ¿por qué no se conectan con las cosas de manera inalámbrica, si tanto cuesta domar a uno de esos bichos voladores para enchufarle el USB en el ojete? Si queremos mundos imaginarios, lo tenemos a Miyasaki que, por ejemplo, en La Princesa Mononoke, con la misma idea ecologicista que Cameron, te crea un verdadero mundo imaginario sin subordinación a la realidad, un mundo épico que al Cameron este que te tiene hundiéndose un barco por dos horas no le sale ni en pedo. ¡Que maten a las ballenas! ¡Que vendan hamburguesas de oso panda en McDonal! ¡Que prendan fuego los bosques (y los cines, como Tarantino)! ¡Y maten a Celine Dion!
Lo cierto es que cualquier fumado te inventa un mundo más copado que éste que ves, engaño colorido. Dejá la abstinencia, Cameron. Drogate de lo lindo antes de hacer una película “imaginativa”, así por lo menos te sale una de hora cuarenta. Esta película, modernosa hoy, ya mañana va a ser un vejestorio, porque de imaginativo no tiene nada, porque del resto tampoco tiene nada, es pura zarasa y, bien mirada, es cadáver, es sombra, es polvo, es nada.




En la clase de Bricolage de hoy vimos cómo hacer una crítica de cine reciclando un soneto de Sor Juana. La clase que viene aprenderemos a hacer veladores con hexámetros homéricos. El secretito, amigas, es doblar el hexámetro en la cesura pentemímera para darle forma.

5 comentarios:

  1. A mí no me gustó. Ni tibieza ni nada. Me fui del cine re caliente y estuvimos cerca de 40' defenestrando a la película con mis acompañantes de esa ocasión. Tal vez Avatar sea una reinvención del cine. Ahora, si el cine que se viene va a ser así (historias más chotas que un capítulo de Barney con presupuestos astronómicos para conseguir una imágen que sostenga y justifique la película) yo prefiero quedarme en casa y mirar Totoro, loco.
    Cameron: ¡andate a la puta que te parió, Cameron!

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  2. Imagino, entonces, que a esta película no la va a alquilar en dvd ni la Condesa Paredes.

    Qué reseña más impecable, creativa, monona!

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  3. El otro día salió en la Ñ algo sobre el recauchutamiento del tresdé. Después lo leo y te cuento.
    Y como no vi Avatar porque no me interesaban esos bichos azules, no la vi. Y ahora no la vuá ver tampoco. Sin embargo vi la de Tarantino quemando el cine, esa sí me gustó =)

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  4. yo tb. Encontré este blog por si te interesa:

    http://recinevi.blogspot.com/

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