lunes, 10 de mayo de 2010

Las nuevas aventuras de Julia.

Por Gladyc, nuestra solterona pretenciosa.

“El mejor regalo para una piba de cuarenta años
es una pinza de depilar” Liliana Felipe.

“Where are all the men in this town?” Shakira


“Seinfeld” asesinó a la sitcom. Toda la televisión que vino después fue producto de este crimen. Dos comedias son hijas directas de “Seinfeld”: Una es “Curb your Enthusiasm”, con Larry David, en quien se basó “el personaje más egoísta y sufriente” de “Seinfeld”, George Constanza, ahora “monologando solo, liberado de los decorados y el corset de la sitcom”. Otra es el parricidio llevado a cabo por la atrevida Julia Louis-Dreyfus en la (típica) sitcom “The new adventures of old Christine”.
En tiempos de refundiciones televisivas, de la resurrección del policial de enigma de manos de House MD, del renacimiento de Twin Peaks a partir del accidente del Oceanic 815 en una isla del Pacífico, Julia se anima a desoír la muerte de la sitcom y recrear una mezcla de “Married With Children” y “Seinfeld”, del intento de incendio del género sitcom desde lo moral, y de su definitivo asesinato desde lo formal, respectivamente.


El título del programa, The new adventures of old Christine, puede ser una alusión esquiva a Elaine Benes, el personaje de Julia en “Seinfeld”, a las nuevas aventuras de aquel personaje, ya viejo, que se merece ser explotado en toda su capacidad hilarante. De hecho, en las primeras emisiones de “Old Christine”, el personaje es el mismo, unos diez años después, Christine “no deja de ser Elaine Benes transplantada a un contexto mediocre” (Troncón. M., EA 202, p.42).
Claro está, el título de la serie tiene su fundamento en el argumento de la misma. Ella lleva dos años de divorciada y una excelente relación con su ex (un divorcio exitoso, pues, junto a su hijo, llevan los tres una vida familiar). Su hijo comienza en una escuela privada, en donde las “madres malvadas” (personajes geminados) le chismean la novedad: su exmarido está saliendo con alguien, una chica mucho más joven y que también se llama Christine, la nueva Christine, lo que la convierte a ella en la vieja Christine, sola, sin ver una pija de cerca en más de tres años, sin nada que hacer más que descorchar un Chardonay.
No obstante, el título, para mí, sigue haciendo referencia a aquel personaje de Julia en “Seinfeld”, Elaine Benes. De hecho, incluso en algún capítulo, como parte de los recuerdos de Christine cuando joven, se repone una corta escena de la serie “Seinfeld”: Christine queda atorada en el baño con la pata en el inodoro y recuerda lo independiente que era de joven y cómo se las arreglaba sola. El recuerdo que vemos es una joven Christine en un pasillo de departamentos arrebatando un periódico a un vecino: esta es una escena de los comienzos de “Seinfeld”. Esto evidencia que “Old Christine” es deudora de “Seinfeld”, no sólo en tanto a su protagonista, el personaje de Julia Louis-Dreyfus, sino también en cuanto a que toma la posta de rellenar los agujeros dejados por “Seinfeld”, no por impericia sino deliberadamente.
Mirando “Seinfeld”, me quedaba siempre con ganas de más Elaine Benes, con ganas de desborde, ganas de que el personaje deje de estar tan contenido en esa estructura perfecta y explote durante los 22 minutos de la serie.
De todas maneras, puede pensarse que Christine no es sólo una versión avejentada y “transplantada a un contexto mediocre” de Elaine Benes, sino que conjuga además el “nada me importa demasiado” característico del personaje de Jerry Seinfeld y, a medida que avanzan las temporadas, las características del “personaje más egoísta y sufriente”, George Constanza. En efecto, el humor recae cada vez más en las desventuras de Christine. Nos causa gracia que esté sola, que no tenga novio, que no coja, que nadie le de bola, y un motón de cosas que le pasan a ella y todas las cosas que les pasan a los otros que ella se las arregla para convertirlas en algo que “le hacen” a ella. Egoísta, egocéntrica, patética, zarpada, nos provoca tal empatía que queremos que le vaya bien aunque le va mal porque “es una pelotuda”, como asegura el señor Rojas, amigo de la casa.
La calidad actoral y humorística de Julia Louis-Dreyfus es perfecta. Solamente allí radica el éxito de la serie, ni en los guiones, ni en el elenco. Todo es decorado para dejar a Julia hacer sus gracias, en una impecable sobreactuación subactuada. En “Seinfeld”, la velocidad de la comedia era tal que no había tiempo para los remates de los chistes, extirpados cuando eran demasiado obvios, como hace Dolina a veces. Todos estos remates están implantados ahora en “Old Christine”, que parece, de a ratos, puro remate.
Un ejemplo (o un botón). Durante la primera temporada, Christine vuelve a encontrarse con un novio al que ella dejó porque no estaba preparada (el primer novio que tiene en la serie) y se produce toda con un vestido nuevo para una fiesta en la escuela, en un intento desesperado por reconquistarlo. Pero él aparece con una chica (más joven que nuestra Christine). Primero dice que es su novia, luego la mina se presenta: “Hola. Soy Christine”. “Seinfeld” hubiera terminado ahí la escena, cortando ostensiblemente el remate para continuar con otra situación que genere otro remate para ser nuevamente omitido. Pero en “Old Christine” el remate se dilata para permitir a Julia mostrar su capacidad actoral en una variedad de caras que no disimulan el embarazo a pesar de sus matices desde los más sutiles a los más vulgares. Hasta tirar accidentalmente el contenido de su cartera nueva, constituido básicamente por docenas de tampones (como le pasó a una amiga mía en el bufet de la facultad), y agacharse a juntarlos uno por uno, sólo para hacer tiempo y permitirle a Christine hacer sus caras graciosas de tan rígidas y nerviosas. Todo en esta serie parece simple excusa para que Julia dilate los remates hasta que nuestros intestinos arden de tanta risa.
A los fanáticos de “Seinfeld”, nos hacía falta esta Julia, esta Christine, con todo el tiempo del mundo y una serie a su disposición para hacer sus gracias. Nos hacía falta un respiro después de tanta pretendida revolución televisiva, una vuelta a la sitcom clásica sólo para rellenar los huecos de lo que no quiso hacer “Seinfeld” y de lo que no pudieron hacer las otras series (las pacatísimas “Friends”, “Mad about you”, “The Nanny”, etc), sólo para que la mejor Julia Louis-Dreyfus explote todo su potencial humorístico, sobreactuando subactuadamente, en interminables remates que nunca dejan de causar gracia, auque se miren varias veces, hasta terminar en el piso descompuestos literalmente de la risa.
Bla, bla, bla. Me cansé. ¿Desde cuando me puse tan seria? Me odio a mí misma y, como Christine, me odio y me amo. Me cago de risa, no sé si me explico. El piso no sólo es para revolcarse en arrumacos pre-coitales, sino también para revolcarse de la risa. ¿queda claro?
“Old Christine” ya va por la temporada cinco. Algo hay. No todas las vueltas esperadas a la televisión funcionan. A Fran Dreyer (o sé si se escribe así) no le funcionó nada con esa serie fea “Living with Fran” haciendo el mismo personaje de “The Nanny”; tampoco le funcionó a Crhisty Alley (de vuelta no sé si se escribe así) con “Fat Actrees” que retoma el personaje que hacía en “Verónica’s Closet”, aunque “Fat Actrees” estaba buena y “Verónica’s Closet” era una mierda.
Probablemente Christine, después de varias temporadas sin coger, ahora vuelva a conseguir novio, más lindo que los anteriores, más joven, más exitoso, probablemente que la quiera más que los anteriores (al gritito, por ejemplo, de “I have a doctor boyfriend”) sólo para hacer más patético el inminente abandono, más sufriente a Christine, más sola, triste, solitaria, vieja, burlada por todos, sólo acompañada por una botella de vino, su amante más fiel, que siempre lleva bajo el brazo, y el jarabe para la tos y American Idol.
Esta crítica es malísima (abrimos con desparpajo nuestro colorido paraguas). “The new adventures of old Christine” tampoco es gran cosa, pero igual está buena. Me gusta esta Christine. Me re cago de la risa, creo que ya lo dije. Eso es todo. A veces no hace falta más.

3 comentarios:

  1. Buena reseña, buena incursión en el género clásico.
    Con respecto a la serie, tendría que verla un par de veces para opinar.
    A mì se me cayó el papel higiénico en la secundaria, y rodó, rodó por el aula desplegando su contenido cual alfombra roja por donde exhibir mi humillación.

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  2. No me gustan las aventuras de la chica esta, las comedias yanquis en general con su risita pautada al final de cada "remate" me rompe las bolas, no me gusta el humor femenino basado en tipicas cosas que el hacedor del argumento, un hombre seguramente, considera graciosas, graciosas ocmo las unicas cosas de las que se puede reir una mujer, humillacion basada en..uy se me corrio el maquillje, no tengo tampones, no consigo novio. es una reduccion terrible de la mujer en general, ofensiva. otra cosa, las comedias yanquis siempre representan un mundo donde la humillacion es esto, porq nunca trabajan, nunca hacen otra cosa, estan todos sentados en un sillon. otra cosa, los yanquis tienen problemas sexuales, cuantas peliculas de american pie hay? cuantos himnos a "no la pongo y como hamburguesas todo el dia", los chistes "picantes" de las series...otra cosa, todo el mundo me idjo que seinfeld es buena, no se, me pone nerviosa, el personaje ese con sus pelitos parados y el gordo enano desagradable, no me causan. me gusta un poco friens porq me la fume muchos años, y the big bang theory me hace acordar a mis amigos, he dicho, pero por el resto tengo un mal dia, mira, un mal dia recontra antimperialista.
    si es obvio q las miro cual babosa cuadno llego de la facultad o estudio y pongo el cerebro en remojo, si hasta miraba la repeticion de montaña rusa comiendo arroz con queso y no puedo olvidar la cara de gaston pauls, siempre la misma, en cada expresion, identica, perpetua...

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  3. sí, sí, sí, sí, la miro y me hice re fanático de Veep, esa serie es lo más! y la adoro la Louis-Dreyfus!

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